Balcón Trianero

lunes, 25 de julio de 2016

Ni envidiado ni envidioso

"...Solo con Dios se acompasa, ni envidiado ni envidioso, "
Por Juan Manuel Jiménez Pérez 



HOMENAJE A 
DON MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA EN EL IV CENTENARIO DE SU MUERTE.
“Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.” Miguel de Cervantes.
Que fue Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) no fue exactamente un elegido de los dioses, a no ser que los dioses elijan hacer desgraciados a aquellos que aman, lo cual es bastante probable. También es muy posible que Cervantes dispusiera de una receta mágica para no tener suerte, porque ya es difícil tener tan poca como él en esta vida que tanto amó: era hijo de padre pobre que para subsistir ha de andar buscando clientes debajo de las piedras de cada ciudad; quedó manco de la mano izquierda “para mayor gloria de la diestra”, y en la, dicen que gloriosa batalla de Lepanto, pero quedó gloriosamente manco; dio la casualidad de que le tocara la china, la china que en la galera en que volvía a España fuera abordada por los berberiscos, gracias a los cual conoció el cautiverio y, encima, en el cautiverio, la traición; se casó para no ser feliz; y negoció para ser encarcelado; buscó ser poeta sin acabar rotundamente de serlo; escribió comedias, pero sin éxito; cuando tuvo éxito con la novela no supo, no quiso o no pudo cobrar en efectivo su éxito; y, para rematar este desastre que fue la vida de Cervantes, escribió indudablemente los mejores entremeses de todo el teatro español…. Que no vio jamás representar Pero, ¿si este sinfín y sin número de malaventuras hubiera Cervantes comprendido la vida? Y sin comprender la vida, ¿hubiera podido reírse de ella?, ¿hubiera podido amarla Y sin reírse y sin amarla, ¿la hubiera podido escribir y describir? Probablemente debemos a la desdichada vida de Cervantes EL QUIJOTE, como dijeran los Hermanos Álvarez Quintero: “el libro de todos los siglos, porque a todas las almas comprende; que ya parece escrito desde el cielo mirando a la tierra, ya desde la tierra mirando al cielo; el libro del amor y del ideal, esas dos alas de la vida; el catecismo literario de la moral cristiana; la balanza de la Humanidad!..., ¡Libro tan lleno de risa y de llanto, que leyéndolo se nos figura que tenemos entre las manos el corazón de un hombre, y que cada página es un latido!...”(1).

DEVOTO DE LA EUCARISTIA. (2)

Eran en vida de Cervantes tiempos de encarnizada lucha religiosa. Lutero había lanzado su grito de rebelión, que, retumbaba por todos los rincones de Europa, había principalmente encontrado eco en las regiones septentrionales, como Alemania y Inglaterra, y había desencadenado aquel furioso huracán del Protestantismo, que amenazaba con arranar de raíz los dogmas sacratísimos, firmemente fundados en la Sagrada Escritura y en tradición apostólica. La Reforma protestante había proscrito el culto de la Virgen María y de los

La batalla de Lepanto
Santos; abolido el primado de la Iglesia de Roma sobre otras iglesias de la Cristiandad; había negado la existencia del Purgatorio y suprimido la confesión auricular. Arrebatados por su delirio de protesta, los seudo-reformistas no habían respetado el dogma más tierno y consolador, el delicadísimo misterio del Amor de un Dios a la Humanidad, el augusto Sacramento de nuestros altares, la Sagrada Eucaristía.



Acababan de llegar a España las noticas de los sacrílegos atentados cometidos contra el Dios-Hostia en Londres, el año 1607, y, horrorizado nuestro pueblo por tan terribles profanaciones, se dispuso a ofrecer al Dios de nuestros sagrarios la debida y necesaria reparación. A este fin se celebraron, en diferentes lugares de la Península fiestas y funciones de desagravio. Entre estas congregaciones, es interesante fijar la atención en la llamada Hermandad de los indignos esclavos del Santísimo Sacramento, que con este mismo objeto, fundaron en Madrid, el 28 de noviembre de 1608, el ministro de la Orden de los Trinitarios, Fray Alonso de la Purificación, y el gentil hombre de cámara y regio aposentador, don Antonio Robles Guzmán. Fundada para un fin tan simpático y tan en armonía con los sentimientos que, entonces dominaban en España, pronto acudió a inscribirse en la Hermandad todo cuanto de más noble y distinguido había en la sociedad madrileña….

Cervantes, prisionero del rey Hassán (grabado de Eusebio Planas)
Sólo hacía cuatro meses que se había fundado la Hermandad cuando un venerable viejecito estampó al pie de la siguiente fórmula de inscripción, folio 12 del libro de Registro, su ya temblorosa firma: “Reciuiose en esta Sta. Hermandad por esclavo del Smo. Sacramento a miguel de cervantes y dixo guardaría sus santas constituciones y lo firma en md. A 17 de Abril de 1609. Esclavo del Smo. Sacramento. MIGUEL DE CERVANTES".

Desde aquel día, Cervantes, el manco de Lepanto, el glorioso autor de la célebre novela Don Quijote, en la cual no deja de traslucir su alma profundamente cristiana, fue uno de los más fervorosos fieles cumplidores de las obligaciones que la Hermandad imponía a todos sus cofrades, en obsequio al augusto Sacramento del Altar. Nunca rehusó fatiga ni sacrificio alguno en el cumplimento de los deberes que la Hermandad señalaba. Era obligación de los hermanos oír Misa todos los días; hacer, cada noche, el examen de conciencia; comulgar el primer domingo de cada mes; rezar la Corona de Flores, compuesta por el mismo P. Provincial de la Trinidad; asistir a los ejercicios de piedad y a la disciplina, que tenía efecto todos los lunes, miércoles y viernes en la capilla de la Congregación; visitar los hospitales y acompañar los despojos de todos los hermanos al cementerio. Todas estas prácticas fueron escrupulosamente cumplidas por el autor del Quijote, durante los siete años de vida que le quedaron, desde su ingreso en la Congregación.



Es curioso después de ver estas obligaciones de los hermanos de la Hermandad; su espíritu de confraternidad y servicio, si lo extrapolamos a los tiempos actuales tan secularizados, lo difícil que nos resulta su comprensión dado que hoy abundan en nuestras corporaciones ya sea en nuestras Hermandades y Asociaciones Públicas de fieles los denominados devotos exteriores que cifran toda su piedad en prácticas externas; que no gustan más que la exterioridad de la devoción –ya sea al Santísimo, a la Virgen o a las imágenes, porque carecen de espíritu interior; que rezarán muchos rosarios, pero siempre a toda prisa; puede que oirán –algunos- muchas misas, pero sin atención; que comulgaran para que los vean, pero sin confesión; asistirán a las procesiones, pero sin devoción; entrarán en todas las cofradías, -queriendo usurpar su régimen y gobierno, incluso sin ser miembros de ellas- pero sin enmendar su vida- puesto que sus estados canónicos están fuera de la moral Cristiana- no refrenando sus pasiones- incluso con actitudes por ejemplo: el no pagar a sus trabajadores su justo salario dando un nefasto testimonio que repercute en la fe de las personas. 



No entienden sino la parte sensible de la devoción, ni gustan de la parte solida; si no experimentan el protagonismo en sus prácticas espirituales creen que no hacen nada, se desentienden y lo abandonan todo- y no le importa incluso destrozar una institución con tal de hacer su capricho-, o lo hacen a la carrera y sin gusto.



El mundo está lleno de esa clase de devotos exteriores, y no hay nadie que murmure más que ellos de las personas de verdadera oración, de las que consagradas a la vida interior, creen que lo inferior es la parte esencial –menospreciando su trabajo, y servicio a los demás, que en algunos casos su trayectoria dentro de estas instituciones es un tanto onerosa y falta de honestidad- cuando la devoción exterior que va siempre unida con la verdadera y sólida devoción… Después de esta pequeña reflexión por mi parte alguno dirá: -“ME DOY POR INFORMADO PERO ESTO ES PASADO.” En fin continuaré:

Había en la Hermandad unos veintisiete cargos u oficios, asequibles, en su mayor parte, a todos los cofrades. Apenas ingresó en la Congregación Lope de Vega, fue nombrado consiliario. Cervantes rehuyó siempre todo cargo, y lo logró, pues jamás ejerció ninguno. No faltaba a una sola reunión, excepto a la de la renovación de cargos. –quizás tuviera miedo a que fuera injustamente removido de su cargo por acusaciones infundas en el temor de los varios encontronazos que tuvo con la SANTA INQUISICION- En cambio, constan en las actas de la Congregación estas palabras, que confirman magníficamente estos hechos, a saber, que entre los cuatrocientos esclavos del Santísimo Sacramento, de que se componía la Hermandad, Cervantes es uno de los treinta –poco más o menos- que se distinguieron por su celo y devoción en asistir a las fiestas y a los demás servicios propios de la Congregación.

Tres años más tarde (1612) fue Cervantes uno de los que más trabajó para que la Hermandad acudiese al monarca Felipe III a pedirle que se interesara cerca del Padre Santo Paulo V para que fiesta de San José fuese declarada solemne y principal en toda la Iglesia. En un Certamen que, a mayor gloria del Santísimo, celebró la Hermandad, durante la octava de Corpus del año 1609, Cervantes fue uno de los tres que obtuvieron premio, por una poesía dedicada al Sacramento de nuestros altares. Lástima grande que esta obra no haya podido ser conocida.


Finalmente, entre las varias disposiciones que la Junta de la Hermandad dio para celebrar de una manera digna y solemne la fiesta del Corpus del año 1612, se leen estas palabras. “Que el domingo infraoctava de Corpus. D. Antonio de Mendoza escriba, en octava, la relación de la fiesta, y los jeroglíficos el Sr. Miguel de Cervantes…”

De esta manera aquellas plumas privilegiadas de la literatura castellana no rehusaron, sino que tenían como altísimo honor, el ponerse al servicio del Dios de las Ciencia, como se le llamaba en la Sagradas Escrituras, y el cantar las alabanzas del Amor de los Amores, la divina Eucarística…


Agonía de Cervantes (óleo de Eduardo Cano de la Peña)
Después de narrar este episodio como epilogo de la vida desdichada del Príncipe de los ingenios. Cervantes solía decir: “El que está para morir siempre suele hablar verdades.” Y como no hay otra verdad, él supo buscar a Dios en la adversidad. Viene a la memoria el texto de Tomás Kempis de su libro: “La Imitación de Cristo” sobre el aprovechamiento de las adversidades de la Vida:

“Bueno es que algunas veces nos sucedan cosas adversas y vengan contrariedades, porque suele atraer al hombre a sí mismo, para que se conozca desterrado y no ponga su destreza en cosa alguna del mundo. Bueno es que padezcamos a veces contradicciones, y que sientan de nosotros mal e imperfectamente, aunque hagamos bien y tengamos buena intención. Estas cosas de ordinario nos ayudan a ser humildes y nos apartan de la vanagloria. Porque entonces buscamos a Dios por testigo interior, cuando por de fuera somos despreciados de los hombres y no nos dan crédito".

Por eso debía uno afirmarse de tal manera en Dios, que no fuese necesario buscar muchas consolaciones humanas. Cuando el hombre de buena voluntad es atribulado, o afligido con malos pensamientos, entonces conoce tener de Dios mayor necesidad, experimentando que sin Él no puede nada bueno. Entonces se entristece, gime y ora a Dios por las miserias que padece. Entonces le es molesta la vida larga, y desea hallar la muerte “para ser desatado de este cuerpo y estar con Cristo.” (Filipenses. 1, 23.) Entonces también conoce que no puede haber en el mundo perfecta seguridad ni completa PAZ.” (3)



NOTAS:
(1) “Los grandes hombres o el monumento a Cervantes”. S. Y J. ALVAREZ QUINTERO 00.CC. TOMO III. Página 5417 ESPASA-CALPE. S.A. MADRID Año 1969

(2) Según los datos del trabajo histórico: Cervantes, esclavo y cantor del Santísimo Sacramento, por Aureliano Fernández Guerra y Orbe, Aureliano. M.S. de la Bib. Florenciana de la Real Academia de la Historia. Valladolid. Imp. y Lib. de la Viuda de Cuesta e Hijos, 1892. 4º mayor. 22 pp. Rustica editorial. (De la Revista Agustiniana)

(3) LA IMITACION DE CRISTO. Tomas de Kempis. Capítulo 12 “Del aprovechamiento de las adversidades” Paginas: 47, 48 y 49. EDITORIAL REGINA, S.A. BARCELONA. Año 1966.

IMPORTANTE:

Nuevamente Juan Manuel Jimenez Pérez, se asoma a esta "baranda" y nos ofrece un articulo que en este año de 2016 que se cumplen 400 años de la muerte de Miguel de Cervantes cobra más vigencia.

Miguel de Cervantes, el personaje real, parece ser que que ha estado marginado por la dirección de la figura quijotesca protagonista de su gran obra literaria. 

Juan Manuel trata aquí de exponer un análisis y ampliar la obra elogiosa del escritor. Un recuerdo al personaje y a sus circunstancias generadas en la obra.

Con este motivo B.T. felicita a quien es colaborador de este medio.

Edita ERIDE
En próximos capítulos:
Sevillanas en Triana (concurso)
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En la Cafetería Bar mi barrio, en C/ Aracena, 2; tuvo lugar la presentación de libro de la autoria de Carmen Hiruelo Aguilar: 

“Una mujer enamorada” 
de Editorial ERIDE.

Inma está totalmente enamorada de su marido José Luis. Son invitados a una fiesta, en la que hay un crimen. Inma es detenida, todas las pruebas están en su contra. José Antonio, inspector de homicidio, y su compañera Olga, son los encargados de resolverlo. Dioni, íntimo amigo de José Luis, apoya incondicionalmente la inocencia de Inma, por la cual siente una verdadera atracción. Noemí, antigua compañera de instituto de José Luis, le engaña haciéndole creer que el hijo que espera es suyo. Conchy, periodista de un prestigioso periódico, anda tras la pista de Noemí.










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